LA CALIDAD DE LAS AGUAS

Los aportes hídricos naturales que alimentan estas depresiones no son muy cuantiosos y la calidad del agua de la zona nos es óptima, ya que dominan las aguas salobres, son el agravante de que las condiciones climáticas contribuyen a incrementar los niveles de salinidad, dadas las altas tasas de evaporación.
Los principales aportes hídricos tienen procedencias diversas:

  • En primer lugar es importante mencionar que el montante pluviométrico no tiene gran importancia ya que los volúmenes anuales son muy escasos.
  • Los aportes que provienen del río Segura son importantes  sobre todo todo cuando hay inundaciones, pero se trata de  de un suministro muy esporádico e irregular.
  • Las aguas que provienen del río Vinalopó suponen un montante muy bajo y además son básicamente salinas y están contaminadas por vertidos de aguas residuales, aunque recientemente han mejorado mucho gracias a los planes de depuración.
  • Los aportes de barrancos y ramblas son muy irregulares y a penas contabilizables.
  • La zona, por otra parte, no es muy pródiga ni en la cantidad ni en la calidad  de sus aguas subterráneas y durante muchos años se ha realizado una explotación abusiva de los acuíferos.
Así pues la creación y mantenimiento de El Hondo se basa en los aportes de sobrantes del río Segura y de los azarbes de la Vega Baja. Este volumen de agua viene a suponer una lámina de agua de aproximadamente 1m.
A partir de estudios realizados a principios de la década de los años ´80, se sabe que tanto las aguas de los embalses de El Hondo, como las de las charcas son mesohalinas, observándose in incremento de los porcentajes durante el periodo estival, llegando a adquirir características marinas.
Las aguas son eutróficas, es decir, contienen una abundancia anormalmente alta de nutrientes. Aunque a primera vista puede parecer que esto es bueno, la situación no es tan sencilla. El problema está en que si hay exceso de nutrientes crecen en abundancia las plantas y otros organismos. Más tarde cuando mueren, se pudren y llenan el agua de malos olores y dándole un aspecto nauseabundo, disminuyendo así drásticamente su calidad.
Por otro lado, el proceso de putrefacción consume una gran cantidad de oxígeno disuelto, y las aguas dejan de ser aptas para muchos seres vivos.

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